LAS REGLAS DEL VIENTO

Como dueña y soberana del Océano Atlántico, la monarquía española se enfrentó al acoso de otras naciones europeas que, sintiéndose excluidas de las riquezas de las Indias, desataron ataques piratas y corsarios. Ingleses, franceses y holandeses, a veces con el respaldo de sus países, hostigaron las naves cargadas de tesoros provenientes de América y las ciudades recién establecidas en el Nuevo Continente. Ante esta amenaza, España respondió fortaleciendo sus flotas de Indias para defenderse.

La desaparición del rey Sebastián de Portugal en Alcazarquivir permitió a Felipe II, tras una operación militar significativa, reclamar el trono lusitano. Con el control de las flotas española y portuguesa, se preparó para atacar a Inglaterra, derrocar su monarquía protestante y establecer un soberano católico afín a sus intereses. Sin embargo, antes debía neutralizar a un nuevo y poderoso adversario, el prior de Crato, respaldado por Francia, que aspiraba al trono portugués.

La victoria de don Álvaro de Bazán sobre el prior de Crato en el combate de las Azores, conocidas como Terceras, marcó un hito en las aguas del Atlántico. Este enfrentamiento, el primer combate naval importante en la región, elevó la moral de España y contribuyó a la organización de la famosa "Armada Invencible". Desde el combate de las Terceras hasta el desastre en Inglaterra, se establecieron las reglas del viento que guiarían las tácticas marítimas desde entonces.