San Nicolás de Bari, obispo del siglo IV, es recordado por su generosidad y amor hacia los necesitados. Su figura ha dado lugar a diversas leyendas, destacando su acto de arrojar bolsas de oro para evitar que las hijas de un hombre pobre cayeran en la prostitución. La transformación de San Nicolás en Santa Claus se vincula a tradiciones holandesas y la cultura occidental, convirtiéndolo en el personaje central de la celebración navideña.